Los bárbaros ocuparon Viena una vez que el Imperio Romano cayó y el territorio se lo repartieron los ávaros y magiares. Después de varios años manteniendo la ciudad como una zona tranquila, es el gran Carlomagno quien conquista la ciudad en el siglo IX y la bautiza con el nombre de Ostmark por lo que Viena pasaría ser un aliado del Vaticano y punto de encuentro para los amantes de las Cruzadas.
Después tuvo un papel importante siendo la capital de Hungría y luego del Sacro Imperio Romano Germánico.
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